Colaborar en la competencia, una opción para aumentar el valor de contenido regional
A partir de la década de los noventas el término y concepto de “cadena de suministro” ha tomado cada vez mayor relevancia. Se refiere de manera general, al abasto de todos los factores necesarios -personas, organización, tecnología e infraestructura física- para transformar las materias primas en productos y servicios intermedios o terminados, que son entregados al consumidor final.
Con las tecnologías de información, la revolución en los transportes y las aperturas comerciales, las cadenas de suministro han tendido a deslocalizarse, es decir que los insumos necesarios para producir un bien o servicio provienen de diferentes empresas que están en diversas partes del mundo.
Esto ha permitido una competencia por economías de escala con una reducción de costos: grandes proveedores compran de manera consolidada una enorme cantidad de productos o materias primas en cada región del mundo, de tal modo que el volumen es tan grande que les permite negociar un precio más bajo.
Sin embargo, este suministro de productos y materias primas a larga distancia tiene contrapartes que empiezan a propiciar la proveeduría de insumos de manera local: conforme el precio de los combustibles aumenta, el costo del movimiento de carga a gran escala se incrementa a la par; las restricciones ambientales tienden a impulsar procesos de baja emisión de CO2, lo que impone un costo extra para el movimiento de carga a grandes distancias; por otro lado, el tiempo que lleva mover mercancía entre diferentes continentes hace que el dinero invertido en los insumos tenga un tiempo de rotación alto, por lo que su rentabilidad disminuye.
Otro factor que influye en la conveniencia de contar con proveedores locales es el cultural: si bien cada vez hay mejores bases de entendimiento entre diversas nacionalidades, diferencias como el lenguaje, cambios en el huso horario, y características culturales hacen que siga siendo más fácil entenderse con un proveedor local, que con uno distante.
Por lo anterior, diferentes regiones han decidido especializarse en una rama industrial en particular, de tal manera que las empresas ahí establecidas aportan lo que se necesita para cubrir una buena parte de la cadena productiva del sector. Estas actividades en su conjunto crean condiciones que permiten el florecimiento de una industria, generando una derrama económica y de trabajo especializado en la región; a esto se le llama “polo de desarrollo”.
Para poder construir un polo de desarrollo regional hace falta integrar cadenas de producción alrededor de una actividad industrial, por lo que es indispensable tener empresas con niveles equivalentes de competitividad, tanto en capacidad de producción, como en calidad y nivel tecnológico. Regularmente hay empresas grandes -llamadas “tractoras”- que ponen plantas productivas, alrededor de las cuales se agrupan empresas medianas y pequeñas que proveen productos y servicios. Es importante, pues, que estas empresas homologuen sus procesos, calidad y contenido tecnológico con los requerimientos de la grande a la cual proveen.
Es fundamental también la infraestructura de transporte y comunicaciones, de no contar con bases operativas suficientes no será posible sacar los productos de la región y atacar a otros mercados, tampoco será factible la coordinación de operaciones con actores que se encuentren en otro ámbito de acción.
OCCIDENTE, CENTRO-NORTE DE MÉXICO Y EL DESARROLLO REGIONAL
Para articular polos de desarrollo es importante conocer las vocaciones productivas de las regiones, a partir de ellas se pueden tener mayores probabilidades de éxito. En esta ocasión analizamos en su conjunto dos regiones del país: Occidente y Centro-Norte. La primera comprende los estados de Colima, Jalisco, Michoacán y Nayarit; la segunda, los estados de Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro, San Luis Potosí y Zacatecas.
Estas dos regiones aportan el 32% de la actividad agrícola y ganadera del país, Jalisco y Michoacán son el primer y tercer estado de la República en estas actividades, con un 10.55% y un 7.37% de la producción nacional respectivamente; excepto Querétaro, en todos los demás estados estas ramas económicas tienen un porcentaje de participación en el PIB superior a la media nacional (3.58%), al respecto destacan Michoacán (10.98%), Nayarit (8.53%) y Zacatecas (9.01%).
Con esta base, no es de sorprender que la industria de alimentos y bebidas sea de gran importancia en la región; mientras que a nivel nacional contribuye con poco más del 5% del PIB, en Zacatecas tiene un aporte de alrededor del 10%; en Jalisco, 9.13%; en Guanajuato, 7.82%; Aguascalientes, 7.55% y, San Luis Potosí, 7.23%.
Los sectores de textil, cuero y calzado tienen también un fuerte desarrollo. En su conjunto estos estados aportan un 33.5% de la producción nacional; en particular el estado de Guanajuato destaca con un 19.7%. Las zonas industriales de León y Guadalajara son las principales productoras de calzado en México. Aguascalientes es una zona con abolengo textil. Además, Jalisco está desarrollando un clúster de la moda.
En cuanto a la manufactura de maquinaria y equipo, si bien Aguascalientes sólo contribuye con un 3.88% de la producción nacional (muy lejos del líder Nuevo León, con un 13.95%), la contribución de esta rama manufacturera al PIB estatal, con una industria automotriz consolidada en la entidad, es de 16.84% (el promedio nacional es 4.69%); Guanajuato contribuye con un 9.6% de la producción nacional, lo que representa un 11.47% del PIB estatal, también con una fuerte presencia automotriz. Por su parte Querétaro, con el establecimiento de industria pesada, particularmente aeroespacial y automotriz, es otro ejemplo manufacturero de maquinaria y equipo, con una contribución al PIB estatal de 10.47%.
La industria mueblera es otro sector con potencial en el que la región aporta la cuarta parte de la producción nacional, encabezada por el estado de Jalisco, con más del 18%. En esta entidad se está también estableciendo un clúster de desarrollo mueblero, mientras que Aguascalientes tiene ya uno funcionando.
Otras ofertas de desarrollo importantes son: electrónica, Jalisco; tecnologías de la información (TI), con clústers en siete estados (excepto Nayarit y San Luis Potosí); electrodomésticos, Guanajuato, Jalisco, Querétaro y San Luis Potosí; industria del papel e impresión, Querétaro; mientras que Colima y Querétaro se sitúan como centros logísticos importantes.
INFRAESTRUCTURA
En la región hay 114 parques industriales establecidos (de 541 a nivel nacional) que cuentan con la infraestructura necesaria para proyectarse como detonadores de polos de desarrollo (Figura 1).
Figura 1. Parques industriales por estado.
Fuente: Elaboración propia con datos de la Asociación Mexicana de Parques Industriales (AMPIP).
La zona cuenta con líneas de tren hacia la frontera norte de Grupo Ferroviario Mexicano y de Kansas City Southern de México; un sistema carretero con autopistas de primer nivel, con cinco corredores carreteros que cruzan todas las entidades; los dos principales puertos (por movimiento de carga) del Pacífico Mexicano: Lázaro Cárdenas, Michoacán; Manzanillo, Colima; nueve aeropuertos internacionales, aunque Nayarit no tiene aeropuerto internacional, Puerto Vallarta, en Jalisco, que colinda con ese estado, sí lo tiene.
Para que los polos de desarrollo regional permanezcan a lo largo del tiempo es necesario mantener la competitividad, por lo que es indispensable pensar las relaciones empresariales e industriales desde otra óptica y aprender a colaborar en la competencia: un buen competidor puede ayudar a aumentar la cuota de mercado. A la larga, los competidores pueden convertirse en aliados cuando tienen intereses comunes hacia un mercado que ninguno por separado puede atender; entonces colaboran para complementar la oferta de valor, ya sea en capacidad productiva o en contenido tecnológico, con ello es posible profundizar la especialización que cada empresa posee, sin perder necesariamente una cuota de mercado.
Si bien las regiones de Occidente y Centro Norte tienen ya zonas industriales consolidadas e infraestructura, hay áreas de oportunidad en el desarrollo de polos tecnológicos de alto valor hacia tecnologías de bajo impacto ambiental, algunas áreas de biotecnología -particularmente hacia la preservación y mejora de la salud humana-, y eficiencia energética. Aunado al trato amable y al espíritu emprendedor de sus habitantes, las innovaciones tecnológicas darán a las regiones de Occidente y Centro Norte la posibilidad de generar más polos de desarrollo industriales para beneficio de todos.
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