Regresando a lo local

Nov-Dic, 2013  |  Tendencias

“Cuando te independizas del mercado, te vuelves menos vulnerable”

Estamos en la era en la que el consumidor es más responsable de su alimentación y le preocupa la forma de llevar una dieta saludable, por lo que la alimentación orgánica ofrece una alternativa con el beneficio de ser una opción sostenible.

La Encuesta Nacional de Salud de 2012 revela que a nivel nacional existen 22 millones de mexicanos obesos; la paradoja viene con la implementación del Programa Nacional para el Combate del Hambre, ya que de acuerdo con cifras oficiales del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en el mismo periodo había 23.3% de carencias por acceso a la alimentación, siendo el común denominador la mala nutrición.

Los expertos en el tema aseveran que este incremento es resultado de la transición epidemiológica que inició hace aproximadamente treinta años a causa del cambio en los hábitos alimenticios y la considerable disminución de la actividad física, pero principalmente, a que la vida actual es más agitada lo que contribuyó al aumento del consumo de comida rápida con inadecuado valor nutricional.

Al respecto, se han creado organizaciones dedicadas a promover el concepto slow food, que comenzó como una asociación alrededor del vino y la alimentación; su propósito era la defensa de la buena alimentación, los placeres de la mesa y regresar a un ritmo de vida más lento.

Con el tiempo, está perspectiva enogastronómica se convirtió en neogastronómica con un enfoque multidisciplinario, el cual permite vivir lo mejor posible con un uso respetuoso de los recursos disponibles a través del retorno a lo local. Su filosofía apunta a que el único tipo de agricultura con perspectiva válida para el desarrollo, es aquella que se basa en los conocimientos de las comunidades locales: la producción orgánica.

El más reciente estudio del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias para el Desarrollo Rural Integral de la Universidad Autónoma de Chapingo (CIIDRI), muestra que el interés por la producción de orgánicos en México va en aumento.

Estos resultados colocan al país en el tercer lugar a nivel mundial en la producción de alimentos orgánicos,en el primer lugar como productor de café orgánico y en el tercero como productor de miel. Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Chihuahua, Sinaloa, Baja California Sur, Colima y Veracruz son las regiones con mayor producción.

Tu Interfaz de Negocios entrevistó al Maestro en Sistemas Complejos, Luis Fernando Chacón, creador de “Fundación La Rústica”, para conocer las perspectivas y realidades de este mercado.

En la opinión del experto, “el mercado de productos orgánicos en México presenta un crecimiento impresionante, pero no nada más el término orgánico; la gente está buscando más, aparte de que sea orgánico quieren que sea ecológico, quieren que sea social y quieren que sea amplio. Presenta unos nichos de negocio muy interesantes, muy diversos y muy específicos que representan una oportunidad gigantesca. En el caso de “Fundación La Rústica”, no hemos tenido problemas de aceptación por parte del mercado, más bien en lo que estamos avanzando rápidamente es en mejorar nuestras capacidades, formas de producir y de distribuir para atender a ese mercado tan creciente. Al contar con la oportunidad de estar en contacto directo con tu cliente puedes ver que es un mercado muy noble y sobre todo muy leal, de mucha confianza”.



Producción orgánica en Mexico.
Fuente: Elaboración propia con datos del CIIDRI, 2013.


La producción anual en México alcanza 750 mil toneladas de productos orgánicos, de los cuales 85% se destina a la exportación, principalmente a los mercados europeo y estadounidense mientras que el 15% restante al consumo interno. “Sí, México es uno de los principales productores de orgánicos pero casi todo se va a mercados informados y más conscientes e irónicamente de allá nos mandan lo que no quieren, aquí hay una inercia de los mercados masivos al que le estamos haciendo ruido”, detalla Chacón.

La implementación de campañas de promoción y consumo de productos orgánicos ha logrado que en los últimos años estos tengan una importante participación en el mercado nacional.

Pese a lo anterior, el mercado mexicano de consumo sigue la tendencia de la masificación de los productos a través de los grandes comercios, donde se ofertan grandes cantidades de diversos productos a bajos precios.

A la fecha, aún es motivo de controversia el consumo de productos orgánicos debido a que su costo se considera elevado y no se sabe con certeza los beneficios nutricionales que presentan respecto a los que se cosechan tradicionalmente. Por ello, los investigadores del Annals of Internal Medicine, realizaron un estudio comparando ambos productos y publicaron que consumir frutas y vegetales orgánicos puede reducir hasta 30% la exposición a pesticidas, aunque la cantidad medida en productos cultivados convencionalmente también está dentro de los límites seguros. Respecto a los nutrientes, el aporte es muy similar, al igual que la probabilidad de contaminación bacteriana por alimentos, sin embargo, si las bacterias están presentes en carne no orgánica existe 33% más de riesgo de resistencia a múltiples antibióticos; igualmente encontraron niveles más altos de ácidos grasos omega-3 en leche y pollo orgánico. Estudios previos demostraron niveles más bajos de pesticidas en la orina de niños que comen alimentos orgánicos comparados con niños que comen alimentos convencionales.

Al respecto de los costos y beneficios de este tipo de producción Luis Chacón comenta: “económicamente no podemos competir con el masivo, sí somos más caros. En los productos que no están en oferta estamos de un diez a un veinte por ciento arriba; promovemos mucho el comercio justo para ambas partes, no nos gusta transmitirle al costo del producto nuestra ineficiencia cuando la hay, que sí nos paguen nuestros costos reales pero también no fallarle al cliente en el precio. Ahora, si se analiza lo que está pagando un cliente en la masificación de productos e integras los subsidios, los costos sociales, los costos ambientales y el costo de tener a un empleado en lugar de un pequeño productor como proveedor; dan en suma, para los productos tradicionales, costos mayores que pueden elevarse hasta cinco o seis veces más que los productos orgánicos. Para el consumidor informado, el costo de los productos orgánicos en ocasiones es hasta barato, pues sabe que no solo está apoyando un proyecto, sino que está impulsando una tendencia que a la larga saldrá mucho más económica. En la medida que la gente se vaya informando irá cambiando sus patrones de compra”.

El círculo virtuoso: rentabilidad y trabajo en equipo

“La conveniencia de entrar a este tipo de producción es tal que los productores perciben un aumento de sus ingresos hasta cuatro veces mayor por semana, en los buenos meses y con todos los factores necesarios para una buena cosecha, es de hasta cinco veces. Además de que propicia la iniciativa de seguir ampliando el negocio y seguir con un trabajo en equipo que es lo que le da la fortaleza. De manera general, es tan rentable que se ha pasado de ofertar los productos en mercados ambulantes y tianguis a que los centros comerciales abran espacios formalmente establecidos donde las rentas son elevadas”.

En primera instancia, la funcionalidad de la producción orgánica debería estar encaminada a impulsar la disminución de la situación de hambruna, ya que entre los principios de la agricultura orgánica está el producir alimentos para el autoconsumo de las comunidades rurales a través de prácticas de conservación del suelo, el agua y la biodiversidad. Entre los métodos tradicionales más utilizados está el sistema de terrazas o de barreras naturales para evitar la erosión de los suelos.

Fundación La Rústica, recibió la invitación para colaborar en Nutre a un niño A.C., donde propusieron ver la nutrición como un medio para implementar programas productivos, por ejemplo, la elaboración de abonos orgánicos como primer herramienta de independencia y de cohesión social con el fin de formar cooperativas de mujeres que se integren a este mercado y que produzcan un alimento rico en nutrientes en condiciones dignas de vivienda y amigables al ambiente, para después vender sus excedentes. Esto las convierte en generadoras de ingreso para sus familias”, apuntó Luis.



En la última década, la agricultura orgánica desarrollada por los pequeños productores, principalmente los grupos indígenas, ha demostrado mediante proyectos sustentables y exitosos que este tipo de producción es la vía idónea para alcanzar la soberanía alimentaria, ya que mediante su práctica se han logrado niveles de productividad superiores a los alcanzados con el uso de agroquímicos.

El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), establece que un alimento orgánico es aquel producto agrícola al menos 95% libre de pesticidas, fertilizantes, transgénicos, hormonas o antibióticos, con lo que se comienza a sentar las bases en este rubro promoviendo la certificación.

En México, para que un producto se valide como orgánico requiere un proceso de inspección, verificación y validación por parte de un organismo de certificación reconocido internacionalmente que, además, garantice que las carnes orgánicas no están contaminadas por enfermedades propias del ganado; por ejemplo, a través de:

1. Agencias registradas ante el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (SAGARPA) o

2. La legitimación participativa acorde a la Ley de Productos Orgánicos.

La certificación puede tardar de dos a tres años, ya que deben erradicarse todo tipo de químicos de los campos de cultivo y aplicar una estrategia de trazabilidad para conocer el trayecto que siguen los productos desde la siembra hasta llegar al consumidor en el punto de venta. Su vigencia es de un año y su costo va de diez mil a cincuenta mil pesos, dependiendo el tamaño del área de siembra y del tipo de producción a certificar. Aunque al día de hoy no se ha emitido ningún certificado bajo la regulación mexicana, por lo que no existen productos avalados oficialmente con el término “orgánico mexicano”.

Debido a que cerca de un 90% de este tipo de producción se ha destinado al mercado de exportación, los productores mexicanos que desean exportar sus productos deben aplicar las regulaciones de otros países como las de Estados Unidos o la Unión Europea, con lo cual se ganan la denominación de orgánicos.

La SAGARPA informa que nuestro país cuenta con el mayor número de granjas certificadas como orgánicas debido, en gran parte, al programa Red Nacional de Desarrollo Rural Sustentable; además de poseer más de 45 tipos de productos certificados en el extranjero. Estas cifras son muy alentadoras, sin embargo, la mayor oportunidad de crecimiento radica en los cultivos de alimentos tropicales que no se producen en los países desarrollados (café, mango, plátano, aguacate, cacao, jamaica, cítricos, papaya y coco).

Hay que destacar que la mayoría de los productores de orgánicos son a pequeña escala y sus puntos de venta son locales, por lo que no hay gran emoción hacia la certificación sustentada por la SAGARPA debido a que prefieren optar por métodos de certificación participativa. “El hecho de comercializar con nichos directos te permite ingresar a la certificación participativa donde los mismos productores, proveedores y clientes pueden señalarte si no haces las cosas correctamente. Existe la apertura a que vayan a revisar tus procesos sin la necesidad de pagar una renta por el uso de un nombre; además, resulta contradictorio pagarle a alguien sumas elevadas por decirte que lo que haces está bien mientras que aquellos que no practican este tipo de agricultura no requieren certificarse, colocando a los pequeños productores en situación de desventaja ya que tendrían que aumentar sus costos para solventarla y ya de por si estás buscando reducir los costos en muchas otras áreas para ofrecer precios más competitivos. Cuando te independizas del mercado te vuelves menos vulnerable a ese tipo de cosas”, explica Chacón.

“Debemos impulsar la producción orgánica, pero sobre todo masificar el concepto así como los oferentes y demandantes; también debemos crear consciencia por parte de los consumidores a que estamos a merced de la naturaleza y debemos respetar sus procesos, aceptar lo que nos da y saber que será solo por temporada. Impulsar la retroalimentación entre la comunidad productora y los clientes, que estos conozcan todo lo que está detrás de lo que están por comprar y a los productores; el percatarse que lo que hacen trae derramas económicas importantes, los incentiva a seguir por ese camino, además de reforzar su identidad y tradición; no sólo es comer más rico y mejor, es respetar el ambiente”,finalizó Luis Chacón.

La producción de alimentos orgánicos posee muchas ventajas, entre las que destacan el evitar el uso de agroquímicos en las cosechas, por lo que se disminuyen los riesgos de salud de los consumidores, se reduce el desgaste del suelo y el impacto en el medio ambiente es menor.


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